El aprendizaje desayuna incertidumbre, esfuerzo y descubrimiento cada mañana.
Etimológicamente la palabra aprender proviene del latín apprehendere, compuesta por el prefijo -ad (hacia), el prefijo – prae (antes) y el verbo -endere (atrapar, agarrar). Se relaciona así con la acción de «perseguir», por lo que nos transmite el proceso de acción por el cual alguien persigue el conocimiento para atraparlo y desarrollarse en él.
Durante el proceso de aprendizaje los alumnos «persiguen» conocimiento para superarse y desarrollarse, para alcanzar un nuevo nivel de condición. Como profesionales de la educación, por mucho que intentemos planear el proceso educativo a través de currículums, guías metodológicas o planes de clase, siempre vamos a tener que trabajar conscientes que el proceso de aprendizaje se mueve en un terreno desconocido. Nunca sabemos lo que va a suceder en su decurso ni si nuestros alumnos podrán conseguirlos los objetivos previstos, ya que la zona de aprendizaje es totalmente impredecible y, aún partiendo del diseño de unos objetivos definidos, no sabemos cuál va a ser la reacción final en cada una de las fases hasta su total desarrollo.
Aprender no es fácil, incluso podríamos afirmar que a veces es una tarea ardua, porque desconocemos lo que vamos a encontrar a cada paso y eso nos aleja obligatoriamente de la comodidad de un camino plano: aprendemos rodeados de incertidumbre. Por ello, delante de esa gran inseguridad, hay que concienciar a los alumnos de la posibilidad de aprender detrás de los obstáculos que puedan encontrar, de lo significativo que puede ser para ellos superar su conocimiento actual y dar un paso más. Dotarles de autoconfianza, y confiar en ellos, será imprescindible para que puedan enfrentarse a terrenos desconocidos desde el compromiso, el esfuerzo y la aceptación del riesgo.
La zona predecible es confortable. Por desgracia, nada se aprende allí. Clic para tuitear
La misión más importante de un profesor o profesora no será dar al alumno saberes o respuestas sino preguntar, apoyar y guiar al alumno en todo el proceso, incluso cuando parezca que la cima es demasiado alta. Para ello deberá poner toda su voluntad en :
El camino de cualquier persona que aprende es un camino lleno de riesgos porque se enfrenta a situaciones que no controla, que le superan y que, en muchas ocasiones, le tambalean de dificultad. Pero es en ese mismo riesgo, en ese salir de la zona de confort, donde enraíza la oportunidad de aprender y donde el profesor debe significar un punto de apoyo y referencia estable para que los alumnos desarrollen nuevas habilidades y actitudes, por ellos mismos y sin sentirse solos.
El confort de lo predecible es el mayor enemigo del descubrimiento y del aprendizaje. Clic para tuitear
Que los alumnos puedan atrapar el conocimiento –apprehendere – pasará por transmitirles la confianza y valentía suficientes para traspasar la zona de incertidumbre y ver, por sí mismos, lo que han conseguido. Su éxito no será solo aprender, sino también acostumbrarse a sentir la inseguridad como algo natural.
Solo cuando se sientan cómodos en su propia incomodidad, la incertidumbre será el motor y la emoción que les empuje a aprender, superarse y buscar nuevos retos.
Todo esfuerzo, al final, tiene su recompensa.
Felices aprendizajes. ¡Growing by innovating!